jueves, 12 de abril de 2012

Ganesha, la deidad con cabeza de elefante

Creo que ya he dicho que a pesar de lo que popularmente se cree, la religión hindú es monoteísta.
Debido a que este único Dios, llamado Brahman, es Absoluto (es decir, eterno, invariable y sin forma), no pude ser representado de una manera concreta y por ello se recurre a un sinnúmero de deidades que simbolizan los infinitos aspectos y cualidades de la Divinidad (en el Cristianismo, por ejemplo y de manera similar, se encuentran las Vírgenes, los ángeles, los arcángeles y los santos que cumplen el rol de asistentes de Dios).
Aparte de la infinidad de deidades, la India es un país de gran extensión territorial. Es por ello que dependiendo de muchos factores (la región, el idioma, la época del año) se pueden ver diferentes deidades o incluso la misma, con otros nombres o atributos. No es raro que una deidad muy popular al sur del país, por ejemplo, sea casi desconocida en el norte.
A pesar de esta variedad, hay una sola imagen que puede encontrarse a todo lo largo y ancho de la India.
Se trata de Ganesha, el dios con cabeza de elefante.
Su nombre naturalmente puede variar, y entre los más conocidos están Ganesh, Vinaiaka, y Ganapati.
Mitología
La tradición cuenta que Ganesha era originalmente un niño que cuidaba la entrada a la habitación de su madre, la diosa Parvati, que lo había creado con sus propias manos para que la protegiera en la ausencia de su consorte. Cuando éste, el fiero dios Shiva, volvió de uno de sus retiros de meditación, encontró al desconocido niño impidiéndole entrar a su propia casa, tal era su obediencia para con las palabras de su madre. Debido a su temperamento, Shiva cortó la cabeza de su hijo, sin saber que lo era.
Cuando Parvati se enteró, amenazó a su esposo con una separación con consecuencias cósmicas si no volvía a la vida a Ganesha. El apesadumbrado Shiva salió a la selva decidido a traer la cabeza del primer ser viviente que se le cruzara…¡Que levante la mano el que se sabe con que ser se cruzó Shiva! El lector que responda acertadamente se gana el derecho a dejar un comentario gratuito.
Sí, a la sazón este ser fue un elefante, pero no uno común y silvestre, sino un elefante santo; que es uno de los tantos animales que en la India son adorados (más allá de las famosas vacas).
Fue así entonces, que el niño obtuvo una nueva cabeza y la relación entre los dioses perduró para el bien de la armonía universal.
Debido a esta historia, en las casas hindúes se puede encontrar una estatua de Ganesha sobre las puertas, para que proteja la entrada de las energías negativas.
La popularidad de Ganesha tiene más razones, ya que es considerado el destructor de los obstáculos y las dificultades. Por ello, ante el comienzo de cualquier tarea (sea la construcción de una casa, la jornada diaria, o una boda), es aconsejable orarle al Señor Ganesha para asegurar el éxito de la empresa.
Es debido a esto que también es considerado el protector de los viajeros, y muy especialmente de los estudiantes.
Sobre esto, Swami Premananda dice: “Los niños principalmente pueden relacionarse con la forma amorosa, amigable y poco agraciada del Señor Ganesha. Él es el Señor del conocimiento y de todas las artes. Puede guiar a los estudiantes hacia una vida culta que también involucre la espiritualidad”.
Así, en lugar de un osito Teddy, los niños de la India tienen la posibilidad de crear una relación con este niño barrigón con cabeza de elefante.
Sin Colmillo
Hablando de su apariencia, a pesar de las diferentes manifestaciones que puede tener Ganesha a lo largo y ancho de la India, es generalmente representado con uno de sus colmillos partido, lo cual se dice fue un acto de auto-sacrificio.
Como suele suceder en la mitología, hay al menos dos explicaciones para esto:
La primera dice que lo hizo para escribir, utilizando el colmillo como bolígrafo, el Mahabharata, el gran poema épico de la India, que es de hecho la epopeya más larga del mundo. Se dice que el Mahabharata fue dictado por el anciano sabio Vyasa a Ganesha, ya que ningún ser humano normal hubiera podido escribirlo.
La segunda versión cuenta que había un demonio llamado Kaiamuhan, al que los dioses habían bendecido con la inmortalidad, merced a sus penitencias. Cuando el demonio obtuvo esa bendición no respetó a nadie y comenzó a herir a los dioses y a otros seres.
Para humillarlos el demonio les ordenaba que se pusieran de pie ante él y que golpearan sus frentes con las manos cruzadas (es decir, entrelazando los nudillos de los dedos). También les obligaba a sentarse y levantarse mientras tiraban de sus orejas con brazos cruzados.
Como estaba causando tantos problemas, los dioses fueron a quejarse al Señor Ganesha. Él les prometió que destruiría a Kaiamuhan, y entonces fue a enfrentarse con el demonio. Kaiamuhan sacó su arco y su flechas, pero Ganesha destruyó las flechas arrojando una de las armas que sostiene en una de sus manos y así inmovilizó a todo el ejercito del demonio. Esto hizo que Kaiamuhan montara en cólera y entonces utilizó contra Ganesha todas las armas que tenía y que había obtenido en virtud de sus penitencias. Pero en lugar de dañar a Ganesha, las armas giraban entorno a él y caían al suelo inofensivamente.
No sé si tienen presente la película Matrix, cuando Neo (Keanu Reeves, digamos) detiene la balacera solamente con levantar la mano. Pues bien, aunque yo no estuve en la batalla de Ganesha con el demonio, me imagino algo parecido, sin efectos especiales por supuesto.
Acto seguido, Ghanesa rompió uno de sus colmillos y lo lanzó contra el demonio, que se desvaneció ante el impacto de esta poderosa arma. Pero como había obtenido la bendición de la inmortalidad no murió, sino que se convirtió en una enorme rata. Así, Ganesha se sentó sobre esta gran rata y la adoptó como su vehículo.
A este respecto, la mayoría de los deidades hindúes tienen un vehículo, que por un lado es el medio en que se trasladan pero por otro lado tiene un simbolismo espiritual. Por ende, es totalmente normal ver ilustraciones o estatuas de Ganesha montando sobre la rata; lo cual es un poco insólito, sobre todo por la diferencia de tamaño. Sin embargo, los artistas se las arreglan con imaginación, a la vez que achican un poco al elefante y agrandan la rata.
De todos modos, el significado espiritual de la rata es que representa a los deseos mundanos, los cuales Ganesha es capaz de gobernar a su antojo.
Es así como desde la victoria sobre el demonio, y como forma de agradecimiento, cuando la gente veía a Ganesha empezaba a hacer los mismos gestos que el demonio les había obligaba a hacer a ellos para ridiculizarlos. De esta forma, esos gestos se convirtieron en una forma de rendirle culto a Ganesha, una forma que se mantiene hasta hoy.
Es parte de la tradición y se puede ver en todo templo donde haya una imagen de Ganesha. Yo mismo lo hago constantemente, y casi me olvido que visto de afuera puede parecer un gesto algo ridículo.
Que los cumpla feliz
Cada año en el mes de Agosto/Septiembre (dependiendo del calendario lunar) se festeja Ganesha Chaturti, que vendría a ser el cumpleaños de Ganesha. En toda la India se celebra este festival anual, en algunas partes con más pompa que en otra. Las celebraciones en la ciudad de Bombay, por ejemplo, son las más famosas.
Justamente, este año (2008) el evento se conmemoró el pasado miércoles 3 de septiembre. Es un poco por ello que traigo a colación la historia de esta deidad tan querida para mí; y otro poco porque también tengo mi historia particular que contar.
Durante la estancia, junto a mis padres, en el ashram de Amma (“La Santa de los abrazos”), tuvimos la oportunidad de celebrar Ganesha Chathurti.
Tradicionalmente, a lo largo de diez días se realizan rituales y ofrendas a una gran estatua de papel maché, que se construye especialmente para la ocasión. En más de una ocasión asistí a estos rituales para disfrutar viendo los antiquísimos y sagrados procedimientos de adoración.
El último día de los festejos es siempre coronado por la inmersión de la estatua de Ganesha en el mar. Esta costumbre se sigue en todo el país y si no hay mar se usan ríos o arroyos.
El significado de esta zambullida es que la deidad se lleva consigo todas las dificultades y problemas de los devotos, limpiando el terreno para un siguiente año lleno de auspiciosidad.
Cerca del atardecer, la mayoría de los residentes y visitantes del ashram de Amma, nos dirigimos en una informal procesión hacia la orilla del Mar Arábigo, que en esa zona es muy bravo. El entusiasmo era mucho y los espectadores cientos.
La tradición manda que los varones sean los encargados de meter la estatua al agua. Después de ciertas dudas, mi padre y yo decidimos participar de la ceremonia.
Nos quitamos la camiseta, nos arremangamos los pantalones, y tímidamente nos acercamos a la imagen, tratando de tocarla aunque sea un poquito entre la multitud de participantes. No era tarea fácil, pues eran muchos los que se habían arremolinado en torno a Ganesha para llevar la estatua. La tradición dice que cuanto más lejos y profundo se acarrea la imagen, más auspicioso es el resultado.
Se dio la voz de largada y alrededor de cincuenta personas salimos, con la estatua en andas, dispuestos a llevarla lo más lejos posible.
En cuanto la primera ola rompió en nuestras rodillas, el séquito se vio reducido a quince personas, pues al parecer la mayoría se amilanó por el agua.
Los que quedamos avanzamos decididamente y soportamos con dignidad dos o tres olas de alto calibre. Sin embargo, una terrible y última masa de agua se abalanzó sobre el grupo y no hubo nada que hacer.
Todos desparramados y muertos de risa emprendimos el regreso a la orilla. Mi padre encontró una guirnalda que se había salvado del naufragio y quiso guardarla como trofeo, pero le advirtieron que los problemas no se irían si alguna parte de la deidad quedaba en tierra. Rápidamente, entonces, la lanzó de nuevo al agua.
En este sentido, yo por mi parte hallé flotando ni más ni menos que la cabeza de Ganesha, y la tomé decidido a preservarla, pero una ola justiciera me sorprendió de tal manera, que con suerte pude mantener mi propia cabeza.
Todo terminó muy bien, con cada cosa en su lugar, con el cuerpo llenó de arena y el corazón llenó de satisfacción por haber mandado al fondo del mar todas nuestras dificultades.
Personalmente, como he dicho, Ganesha me es muy querido y siempre me ha gustado, desde niño.
Sabiendo esto, Swami Premananda me regaló en el año 2003 una pequeña estatua dorada, que me ha acompañado desde entonces, y a la que realizo un simple ritual cada semana, como símbolo de mi amor por Swami Premananda y, claro, por Ganesha, el eliminador de todas las obstrucciones.
A pesar de mis viajes y mudanzas de los últimos años, la presencia de este Ganesha ha representado para mí siempre una sensación de “hogar”, pues cada vez que estoy en su presencia, donde sea que yo me encuentre, me siento mucho más conectado conmigo mismo.

Fuente:  http://hijodevecino.net

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