martes, 3 de febrero de 2009

Las cuatro nobles verdades

¿Qué es la liberación?

Extracto del libro Introducción al budismo
por Gueshe Kelsang Gyatso.

La liberación es el estado de paz interior permanente que se alcanza al abandonar por completo las perturbaciones mentales. Cuando, por medio del adiestramiento en el camino a la liberación, nuestra mente se libere por completo de los engaños, la naturaleza última de la mente se transformará en la liberación o el nirvana. A partir de ese momento estaremos libres del samsara y de todos los sufrimientos que éste conlleva, y nos habremos convertido en un Destructor del Enemigo, un ser que ha eliminado los adversarios internos del apego, el odio y la ignorancia del autoaferramiento.
Como se mencionó con anterioridad, cuarenta y nueve días después de que Buda hubiera alcanzado la iluminación, Brahma e Indra le suplicaron que girara la Rueda del Dharma. La primera enseñanza que Buda dio fue el Sutra de las cuatro nobles verdades, en el cual revela la verdad de los sufrimientos, de los orígenes, de las cesaciones y de los caminos. Se dice que el renacimiento samsárico, como por ejemplo nuestro renacimiento presente, es «una verdad de los sufrimientos» porque constituye la base de todos los demás sufrimientos y perturbaciones mentales; a éstas y a las acciones motivadas por ellas se las llama «verdades de los orígenes» porque son el origen o fuente de todo el sufrimiento. La liberación es «una verdad de las cesaciones» porque es una cesación permanente de las perturbaciones mentales y de los sufrimientos; y los senderos espirituales que nos llevan hacia la liberación constituyen «la verdad de los caminos» porque si los seguimos alcanzaremos «la verdad de las cesaciones». Buda dijo:
«Conoce los sufrimientos,
abandona sus orígenes.
Alcanza las cesaciones,
medita en los caminos».
Estas palabras nos dicen, en primer lugar, que hemos de comprender que la naturaleza del renacimiento samsárico es sufrimiento y que debemos renunciar a él. En segundo lugar debemos abandonar las perturbaciones mentales y las acciones impuras, ya que son la fuente u origen del renacimiento samsárico y de todos sus sufrimientos; y debemos extraer el significado de nuestra existencia humana alcanzando la liberación. Para lograr esta cesación permanente del dolor hemos de meditar en los caminos que nos llevan a la liberación.
Las cuatro nobles verdades pueden comprenderse y practicarse a diferentes niveles. De forma directa o indirecta, todos los ejercicios de Dharma están contenidos en la práctica de las cuatro nobles verdades. A un nivel básico, podemos comenzar esta práctica reflexionando sobre los sufrimientos causados por el odio. El odio no sólo destruye la paz interior del individuo, sino también la del mundo entero. La causa principal de las dos guerras mundiales y de todas las demás guerras que están teniendo lugar a lo largo de todo mundo es el odio. En menor escala, el odio destruye nuestras relaciones espirituales, nuestra reputación y la armonía familiar y comunitaria. La mayoría de las contiendas, así como de las dificultades cotidianas con nuestros familiares, amigos y compañeros de trabajo, son producidas por el odio. La raíz de toda nuestra felicidad futura son nuestras predisposiciones kármicas virtuosas, la energía positiva producida por las acciones virtuosas creadas en el pasado, que llevamos grabada en nuestro continuo mental. El odio destruye estos potenciales y nos despoja de los buenos efectos de nuestras acciones nobles. Es más, nos obliga a cometer acciones muy destructivas y de este modo nos arroja a los fuegos de los infiernos en vidas futuras. Nada nos daña más que nuestro propio odio.
Reconociendo los terribles e innecesarios sufrimientos producidos por el odio, debemos desarrollar renuncia por ellos e intentar abandonar su causa, la mente de odio, ejerciendo la paciencia. De este modo podremos lograr la cesación del odio. Los males producidos por esta perturbación mental son verdades del sufrimiento, el odio en sí es una verdad de los orígenes, el adiestramiento en la paciencia es una práctica de la verdad de los caminos, y la cesación permanente del odio es una verdad de las cesaciones. Estos mismos principios podemos aplicarlos también a los sufrimientos producidos por el apego y la ignorancia.

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