La comunidad científica quedó desconcertada ante el hallazgo de un enorme y misterioso cráter en Siberia, de más de 60 metros de diámetro y una profundidad estimada de 50 a 70 metros. Añadiendo al enigma, pastores de renos han descubierto dos boquetes más en el norte de Rusia. Pese a las diferentes especulaciones, no se ha podido llegar a una conclusión acerca de su origen.
El segundo cráter también se localiza en la Península de Yamal. Se encuentra a cientos de kilómetros del primer orificio, en las cercanías de una gran planta de extracción de gas en Bovanenkovo. Cuenta con un diámetro de aproximadamente 15 metros y, al igual que su predecesor, muestra quemaduras en el borde.
Los habitantes del pueblo de Antipayuta, la población más cercana al cráter, relatan que el sitio humeaba cuando recién se formó la anomalía y que estuvo acompañada de un brillante destello.
El tercer hoyo fue descubierto en la Península de Taymyr en la región de Kransoyark, al este de Yamal. Su forma es cónica y tiene un profundidad de entre 60 y 100 metros, con un diámetro de cuatro metros.
Hasta ahora, existen dos hipótesis aceptadas acerca de la formación de estos enormes agujeros; la primera indica que son el resultado de una explosión subterránea por acumulación de gas. La segunda, y más probable, asegura que se deben a la explosión de un pingo, es decir, una colina formada por la acumulación de hielo en el subsuelo. Los nuevos hallazgos aportarán información adicional acerca de las inusuales formaciones y los científicos esperan ofrecer pronto una explicación.
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