jueves, 1 de julio de 2010

Relaciones patológicas: "El amor adictivo"




Lic. en Psicología Ana María Antonena


Hay muchas maneras de relacionarnos, con nuestros padres, hijos, amigos, parejas, compañeros de trabajo, etc. Pero no todas estas maneras son adecuadas a la hora de establecer relaciones verdaderamente “sanas”.

Las vivencias y experiencias vividas en los primeros años de la niñez y también en la adolescencia, marcan a fuego, en la mayoría de los casos, que las personas tengan serias dificultades para conectarse desde un lugar sano y libre con el otro o con los otros.

Cuando ese ser adulto/a pasó por la experiencia de ser desvalorizado y/o maltratado por sus padres o por alguno de ellos, este registro de “desvalorización” queda impregnado en el inconsciente como la única manera que tenemos de aceptarnos o rechazarnos a nosotros mismos. Esta marca o impronta va tiñendo las sucesivas relaciones a lo largo de nuestra vida; sin darnos cuenta que aquel aspecto no sanado; o no elaborado lo vamos trasladando sí o sí con todas las personas que van apareciendo en nuestro camino, sea cual fuere la relación o vínculo específico que nos une a ellos.
Específicamente en relación al título de la nota, quiero hacer hincapié en aquellas relaciones patológicas (o enfermizas) que una vez establecidas y afianzadas a lo largo del tiempo cuestan mucho modificarlas o desprenderse cuando sea necesario.

Se dice mucho de aquellas personas que son “adictas al amor”. Como toda adicción hay un componente muy grande de necesidad lo cual este último aspecto dista mucho del AMOR.
En realidad la frase “Adictos al Amor” habría que modificarla por: “Necesidad desesperada de Afecto”.

Hay personas que tienen “miedo” de perder al ser amado (necesitado), entonces comienzan a ejecutar diferentes mecanismos para retenerlo y no perderlo, a saber:
- CONTROL
- MANIPULACIÓN
- CELOS
- VICTIMIZACIÓN
- Etc.

En relación a estos ítems, los que temen perder al otro (que lo ubican en calidad de “objeto” y no de “persona”), a través de estas diferentes estrategias, ilusoriamente creen tener el Control del otro y de la situación. Ej. “..Sabes que tus amigos no me gustan…si seguís con ellos, olvídate para siempre de mí…”
“No quiero que aceptes ese trabajo porque no es lo mejor para ti.”: en relación a este último ejemplo hay un mensaje oculto ya que la persona que prohíbe al otro que acepte ese trabajo muchas veces no es porque considere que no es lo mejor para el otro sino porque tiene miedo que ese nuevo trabajo la otra parte pueda conocer gente y establecer relaciones nuevas con posibilidad de que en un tiempo no lejano decida terminar con la relación.

Cuando alguien ha sido por largo tiempo desvalorizado humillado y no querido sobre todo por las personas que compartieron su niñez, de adultos tienden a buscar el afecto y la aprobación de los otro sin medir costos, con las terribles consecuencias que esto trae aparejado. En este caso se propone caer bien a todas las personas que conoce en su camino mostrando siempre una “fachada” de buen carácter, buen humor, complacencia, sumisión, obediencia y docilidad. Estos aspectos que acabo de mencionar, son una “fachada” que no se puede sostener por mucho tiempo, por eso el individuo deja de ser “sincero consigo mismo” por lo tanto no puede serlo con los otros.

Volviendo a las relaciones enfermizas, es bueno tener en cuenta que cuando existe la necesidad desesperada de estar con alguien o no perderlo; poco y nada tiene que ver con el verdadero concepto de el AMOR. Este tiene que ver con la Libertad, la Verdad, Aceptación, la Sinceridad y la Confianza; pero por sobre todas las cosas, despojarnos del MIEDO a no ser aceptado como verdaderamente somos. El MIEDO es justamente lo contrario al AMOR.

Existen dos tipos de sentimientos, los Positivos y los Negativos.

POSITIVOS:

- Incrementan el propio sentido de fuerza y bienestar, el sentido de plenitud de vida, de totalidad, de esperanza.
Estos sentimientos, regocijan y pueden traducirse en actos de amor y altruismo, involucran un sentido de renovación.
NEGATIVOS:

- Interfieren con el placer, agotan la energía y dejan al sujeto extenuado con un sentido de bloqueo vacío y soledad.
Cuando una relación no nos permite crecer, sentirnos libres, creativos tendiendo a un estado de mayor elevación vibracional significa que estamos sumergidos en una relación poco sana impregnada de sentimientos y emociones negativas.

El ideal es estar libre de toda necesidad de distorsionar la realidad, de modo que siempre podamos abordar con libertad y tranquilidad, el pasado para resolverlo y no para encerrarnos en él.

Cuando la persona no puede ser consciente de estas relaciones que socaban la propia autoestima y degradan al mismo ser, es necesario pedir ayuda para que el otro desde un lugar objetivo pueda mostrarle aquellos aspectos equívocos y guiarlo hacia “lo mejor de sí mismo.”

Si reaccionas por las antiguas costumbres o creencias no respondes, responder significa vivir en el momento aquí y ahora.

“..El futuro siempre está abierto, el pasado siempre cerrado...” (Osho)

Fuente: Revista Utopía Azul

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