La
imagen tradicional del alquimista medieval sigue siendo la de un sabio
anciano de aspecto inquietante, que experimenta en un laboratorio oscuro con
recetas extraídas de antiguos libros mágicos para fabricar la famosa piedra
filosofal, el elixir de la inmortalidad o bien, oro puro obtenido a partir
de metales corrientes. Aunque sus prácticas aún están rodeadas de misterio
-y tal vez precisamente por ello-, los alquimistas nunca han dejado de
inspirar fascinación. ¿Quiénes eran esos hombres? ¿Cómo pudo el gran erudito
Alberto el Magno, por ejemplo, escribir el famoso Gran Alberto, una obra con
visos de brujería? ¿El memorialista Nicolás Flamel fue realmente alquimista?
Considerada como una pseudo-ciencia, la alquimia se practicó aproximadamente
desde el siglo IV a. C. hasta el surgimiento de la química y las ciencias
naturales, a comienzos del XVII. Su época de época de esplendor se sitúa en la
Europa medieval
A
partir de la etapa final de la Edad Media se escribieron numerosos libros el
denominado «Arte Hermético». La palabra alquimia, del árabe al-kimiya,
cuyo significado es similar al de química, tiene, sin embargo, una connotación
distinta al concepto actual del término, ya que hace referencia a trascendental,
espiritual.
LA ALQUIMIA NATURAL Y LA
HERMÉTICA:
Al principio, se trataba de la reflexión de los filósofos de la Antigüedad
que pretendían comprender el mundo. Una de sus interrogantes principales,
que hoy nos parece absurda, se relaciona con la naturaleza del mundo
mineral: ¿es animado o inanimado? En otras palabras, ¿está dotado de vida?
La búsqueda de respuestas a esta primera pregunta dio como resultado el
nacimiento de la física, que en sus inicios fue una rama de la filosofía,
cuyo objeto era el estudio de las propiedades de los cuerpos. A partir de
ella surgió la alquimia, que tenía como finalidad estudiar los reinos
animal, vegetal y mineral; este último fue el que provocó las diferencias
más marcadas entre quienes lo consideraban animado y los que lo consideraban
inanimado.
Las dos alquimias
En opinión de varios filósofos estoicos, en efecto, las piedras y los metales pueden poseer cierta forma de vida -y por lo tanto, de alma-, con la cual se puede entrar en comunicación por medio de técnicas mágicas que habría que descifrar previamente. Toda una rama de la alquimia medieval y actual se desprende de esta idea, la cual se basa en un texto griego, traducido al latín antes de 1145, que fue atribuido a un ser sobrenatural, Hermes Trismegisto, y que estaba grabado en una placa de esmeralda hallada en su tumba; de ahí proviene el nombre de alquimia hermética dado a ese sector de investigación.
En opinión de varios filósofos estoicos, en efecto, las piedras y los metales pueden poseer cierta forma de vida -y por lo tanto, de alma-, con la cual se puede entrar en comunicación por medio de técnicas mágicas que habría que descifrar previamente. Toda una rama de la alquimia medieval y actual se desprende de esta idea, la cual se basa en un texto griego, traducido al latín antes de 1145, que fue atribuido a un ser sobrenatural, Hermes Trismegisto, y que estaba grabado en una placa de esmeralda hallada en su tumba; de ahí proviene el nombre de alquimia hermética dado a ese sector de investigación.
La idea de que existe una vida en el mundo mineral fue combatida por
Aristóteles en el siglo IV a.C. Este hombre genial formuló la hipótesis,
hasta entonces nunca concebida, de que las piedras y los metales no estaban
hechos con una materia homogénea, sino con varios elementos simples
combinado de diferentes maneras en cada objeto. Esta intuición despertó en
algunos investigadores el deseo de aislar esos elementos, y luego asociarlos
de otra forma. Así nació la alquimia natural.
Hasta el siglo XVII, las palabras chymía y akhymia se
utilizaban indistintamente.
Esta ciencia, fundada en la observación experimentación, habría de ser la
pauta el tratamiento y las aleaciones de los metales para la fabricación de
colorantes, para la vidriería, la artillería, la farmacia, etc. Como la
alquimia hermética y la alquimia natural se desarrollaron en forma paralela
fueron surgiendo ambigüedades entre ellas en la medida en que bajo un mismo
nombre se mezclaba lo celeste y lo natural, la superchería y la seriedad, la
reflexión filosófica y la experiencia práctica.
La piedra filosofal, el objetivo de la alquimia |
Tres
fueron los objetivos fundamentales que persiguieron los alquimistas. Por un lado
intentaron la transformación de metales innobles, como el plomo y el cobre en
metales preciosos, como la plata y el oro. Además, trataron de crear una
sustancia que fuera capaz de curar todas las enfermedades. Finalmente se
aplicaron a descubrir el elixir de la inmortalidad.
Todo
se resumía en la búsqueda de la piedra filosofal, considerada como la única
sustancia capaz de conseguir la transmutación, la panacea universal y la
inmortalidad. La creencia más extendida afirmaba que esta sustancia, puesta en
un metal innoble como el hierro, mediante el proceso de fusión, sería
transformada en oro.
La verdadera Piedra
Filosofal es roja. Este polvo rojo posee tres virtudes:
1. Transforma en oro el mercurio o el plomo
en fusión, sobre los cuales se deposita una pulgarada. (Digo en oro, y no “en un
metal” que se le aproxime más o menos, como lo ha creído, ignoro por qué, un
sabio contemporáneo)
2. Constituye un
enérgico depurativo de la sangre y, cuando se la ingiere, cura cualquier
enfermedad.
3. También actúa sobre las plantas, y las
hace crecer, madurar y dar frutos en unas horas.
Los siete principios fundamentales
Los
alquimistas creyeron firmemente en la existencia de siete principios básicos
fueron utilizados para crear sistemas simbólicos. Estos siete fundamentos eran
el fuego, el aire, la tierra y el agua, además de otros tres elementos
esenciales: la sal , el mercurio y el azufre. El azufre poseía un carácter
masculino, mientras que al mercurio se le atribuían peculiaridades femeninas y
pasivas.
La
alquimia buscó su apoyo en la ciencia de la astrología, pues desde los tiempos
antiguos existía la creencia de que cada metal se encontraba bajo el influjo de
un cuerpo celeste; por ejemplo, el hierro se correspondía con Marte, la plata
con la Luna, el oro con el Sol, y así sucesivamente. De esta manera, cada metal
era asignado con un símbolo igual que el de su planeta correspondiente.
La
alquimia parte de la teoría de que los tres elementos fundamentales pueden ser
combinados en distintas proporciones para formar nuevos cuerpos.
Los alquimistas:
Los
alquimistas, en su afán de conseguir nuevos materiales, desarrollaron diversas
técnicas químicas, tales como la filtración y la destilación. Asimismo, crearon
nuevas aleaciones, descubrieron elementos desconocidos hasta entonces y
obtuvieron por métodos químicos los ácidos y las bases más comunes.
Habitualmente, los alquimistas eran también médicos y poseían conocimientos de
astrología y filosofía. El más célebre de ellos fue, sin duda, el suizo
Paracelso (imagen 1493 - 1541), considerado como el iniciador de la medicina
hermética y la terapéutica química.
(Las 7 reglas de Paracelso)
Otros importantes alquimistas fueron Zósimo
el Panopolita, autor de varios textos sobre esta disciplina, Bolos de Mendes,
que enunció el principio de la Unidad de la materia primera, Marcus Graecus o
Roger Bacon. Cada uno de ellos iniciaba en el arte a sus discípulos,
transmitiéndoles su experiencia.
Los
conocimientos fueron registrados por e mediante el empleo de símbolos y figuras;
generalmente, estas obras se escribían bajo seudónimo. Por otra parte, la
carencia de un patrón idéntico para el uso de los signos y símbolos dificulta en
gran medida el estudio de la alquimia.
Uno
de los textos mentales en el ámbito de la alquimia es la Tabla de Esmeralda,
escrita en un lenguaje incomprensible para aquellos que no están iniciados en el
arte hermético.
La Transmutación de los Metales |
El
origen de esta actividad resulta incierto; al parecer deriva de la unión
filosofía griega con la práctica de de los antiguos egipcios en la elaboración
de sustitutivos del oro.
Las
fuentes egipcias
Los
papiros de Leyden y de Estocolmo, datados a finales del siglo III, constituyen
hallazgos fundamentales para el estudio de la transmutación de los metales; En
ellos se describen diferentes técnicas y fórmulas referentes a la elaboración de
oro y plata. Los egipcios calentaban los objetos de oro hasta el rojo vivo, con
sulfato alumbre y sal; de esta manera, los ácidos sulfúrico y clorhídrico
resultantes disolvían, los metales bajos de la superficie del oro, dejando una
fina capa de oro puro que después de pulida, daba la impresión de que todo el
objeto poseía idéntico grado de pureza.
Por otra parte, aumentaban el peso del
oro, a expensas de su calidad, rebajándolo mediante una amalgama de otros
metales. Todas estas prácticas serían descriptas también por los primitivos
alquimistas.
Tabla de Símbolos de Alquimia
En
los papiros hallados también se explica el proceso de dorado mediante el empleo
de una amalgama de mercurio y oro. Asimismo, se hace referencia a diversa
fórmulas de barnices o materias colorantes destinados a teñir metales
superficialmente.
Finalmente, las fuentes mencionadas aluden a la fabricación de plata y “asemos”
una liga parecida a la plata.
Estos
papiros podrían haber sido redactados por los primeros alquimistas, sino fuera
porque en ellos aparece descrito el proceso de fabricación como un proceso real,
y no existe en ellos ninguna teoría sobre cambios químicos ni se químicos, ni se
mencionaa ninguno de los filósofos antiguos. Tampoco en estas fuentes se recurre
al empleo de símbolos para ocultar el método seguido, ni se hace referencia al
carácter divino de la alquimia.
Los
papiros de Leyden y Estocolmo, aunque ponen de manifiesto que con anterioridad
al siglo III se llevaron a cabo intentos de fabricación de oro y plata, no son
sin embargo, los documentos más antiguos en los que se alude a las técnicas de
obtención de metales nobles.
La alquimia en la Greda antigua
Los
primeros alquimistas vivieron varios siglos antes de la fecha de composición de
dichos manuscritos. Ya en el siglo IV a. C., en Grecia, los filósofos elaboraron
las primeras teorías sobre la materia y la práctica de las artes químicas. En
este sentido, hay que mencionar la aportación de Demócrito (h. 460 - 370 a. C.),
autor de una hipótesis según la cual todos los cuerpos estaban formados por
átomos, las porciones más pequeñas e indivisibles de la materia.
La alquimia en la actualidad
Hoy
en día no abundan los textos que puedan ser considerados en sentido estricto
como libros de alquimia; a lo largo del tiempo se han redactado numerosas obras
que poco tienen que ver con la verdadera alquimia.
En la
actualidad, diversos procedimientos curativos como la aromaterapia o la
homeopatía --basada en la administración de dosis mínimas de las mismas
sustancias que, en mayores cantidades, provocan una enfermedad análoga a la que
se combate— toman en cuenta las posibles consecuencias médicas y la
trascendencia de la alquimia.
En
todo caso, los alquimistas nunca llegaron a desarrollar métodos propiamente
científicos, ya que esta pseudo ciencia nunca se desvinculó de lo mágico, lo
sobrenatural y lo metafísico. Sus teorías sucumbieron ante el nacimiento de la
ciencia moderna, basada en el método experimental.
Fuente: http://www.portalplanetasedna.com.ar
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